El eccema

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El eccema es una de las enfermedades de la piel más comunes. En los países industrializados, se ha desarrollado rápidamente en los últimos 50 años, tras el considerable aumento de las enfermedades autoinmunes y de las alergias (o mejor dicho, consideradas como tales)…

Un gran número de niños se ven afectados, a menudo muy jóvenes (15% de los bebés), anticipando o acompañando, en la mitad de los casos, las llamadas patologías atópicas, como el asma o la rinitis. Causando irritaciones de la piel más o menos agudas o crónicas que provocan picor, nerviosismo e insomnio, el eccema puede llegar a tener un impacto negativo en el equilibrio de toda la familia. Pero también puede servir para conocer mejor nuestro cuerpo y cambiar ciertos hábitos.

La piel, una envoltura protectora indicadora del estado general

El eccema, como cualquier patología cutánea, además de su manifestación visible y de los inconvenientes que causa, refleja un desequilibrio más general del organismo y a menudo de nuestro estilo de vida. La piel es un órgano que participa en la relación entre el hombre y su entorno por su función de envoltura protectora dotada de una red de defensas. Es también un órgano de intercambio con el exterior por su función de drenaje, pero también de intercambio con el interior en la gestión del equilibrio general de nuestro organismo.

Las diferentes formas de eczema

Eccema de contacto:

localizado, puntual y causado por un agente irritante externo.

El eccema de contacto, que se observa más comúnmente en adultos por causas laborales, se produce cuando la piel ha estado en contacto con agentes irritantes o tóxicos. No es una reacción estrictamente alérgica, ya que estos agentes causan efectos irritantes en la mayoría de las personas, aunque algunas sean más sensibles por una exposición regular al frío, a la humedad, a la sequedad o al calor. Ciertas actividades, como por ejemplo las que requieren un lavado de manos frecuente, pueden predisponer una parte del cuerpo al eccema de contacto. Algunos metales como el níquel, que se encuentran en las aleaciones utilizadas en joyería, pueden causar un eccema irritativo en el lugar específico donde entra en contacto con la piel. Lo mismo ocurre con el cobalto, el cromo utilizado para las llaves… En cuanto a ciertos detergentes, causan lo que se conoce como eccema doméstico.

Eccema atópico:

una reacción exagerada a los agentes externos o internos

Se trata de una inflamación cutánea que se manifiesta por manchas, enrojecimiento, costras, ampollas y picazón y tiende a volverse crónica. La dermatitis atópica suele aparecer en la infancia y, en el 50% de los casos, desde el primer año de vida. Se manifiesta en la cara, el cuero cabelludo, detrás de las orejas, en los pliegues de las rodillas, en las axilas o en las ingles.

Mientras que en el caso del eccema de contacto, la causa principal puede detectarse a través del punto de contacto con el agente irritante, el eccema atópico

o dermatitis atópica pone de manifiesto diferentes factores que a menudo se combinan y empeoran. Es cuando surge claramente la cuestión de los desequilibrios del “terreno de base”.

Las agresiones externas son factores importantes

Se habla mucho de agresiones externas porque muchos contaminantes han aparecido en nuestro medio ambiente en las últimas décadas. También pueden intervenir elementos de la vida cotidiana como los cosméticos y textiles, pero también ciertos medicamentos de uso externo o vegetales, hierbas de los prados o flores.

La piel se seca y pierde su capacidad de protección

Debido a una deficiencia crónica de ciertas sustancias, la piel se vuelve seca y porosa, y por lo tanto más sensible, permitiendo la penetración de agentes irritantes de nuestro medio ambiente, causando así un brote inflamatorio.

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